LIBERALISMO – SOCIALDEMOCRACIA – COMUNISMO. (Quinta parte)

III.- La Socialdemocracia en México:

No obstante hace casi 70 años que México tuvo su primer contacto con los principios de la socialdemocracia, los analistas políticos y económicos consideran que el país ha aportado muy poco a la tradición socialdemócrata internacional, veamos algunos antecedentes para dimensionar histórica y prospectivamente el proceso.

En 1951, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), realizó su I Asamblea Nacional en la que tomó la decisión de integrarse en calidad de observador a la Internacional Socialista (IS), y fué en 1963, en la II Asamblea Nacional Extraordinaria, cuando decidió sustituir su lema de “lucha de clases” por “justicia social y rectoría económica del Estado”, con ello, el PRI en el gobierno sentó las bases del pensamiento socialdemócrata que sería ratificado en la séptima Asamblea Nacional de 1972.

En 1977, en el gobierno del entonces Presidente José López Portillo, por conducto de su Secretario de Gobernación Jesús Reyes Heroles, uno de los últimos intelectuales priistas, presentaron ante el Congreso de la Unión una reforma política electoral que sería aprobada un año después, en ella se reconocía y alentaba el pluripartidismo y la representación parlamentaria de las llamadas minorías políticas, cambios conocidos en aquel tiempo como el modelo Nacionalista Revolucionario.

La apertura política hizo posible que en 1982, el  abogado Manuel Moreno Sánchez, se separara del PRI para fundar el Partido Socialdemócrata, que meses después lo nominaría como candidato a la Presidencia de la República, una postulación que si bien no tuvo mayor trascendencia electoral, sirvió para dar una variante al pensamiento socialdemócrata fuera de las filas del PRI.

Entre 1987 y 1988, inconformes por lo que consideraron falta de democracia interna, y abandono gubernamental del Proyecto Nacionalista Revolucionario, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Porfirio Muñoz Ledo, Rodolfo González Guevara e Ifigenia Martínez y Hernández, entre otros, crearon la Corriente Democratizadora del PRI (CD). Posteriormente, en 1988, convocaron a la conformación de un “Frente Democrático Nacional” (FDN), al que se unirían líderes de la izquierda mexicana como: Heberto Castillo Martínez, Gilberto Rincón Gallardo y Amalia García Medina, representando a partidos como: el Popular Socialista, el Mexicano Socialista, y Partido Autentico de la Revolución Mexicana; que en conjunto aportaron la base social para conformar el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que en 1996, también se uniría a la Internacional Socialista sin que el hecho haya tenido alguna trascendencia.

En 1999, Gilberto Rincón Gallardo consideró que el PRD había nacido como una amalgama de grupos en lucha por el poder presidencial, pero sin el propósito de impulsar cambios legislativos que propiciaran avances en la democratización e inclusión del país, con base en ello, tomó la decisión de separarse del PRD y crea el Partido Demócrata Social, ahí emprendió una lucha que lograría avances institucionales como: la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación; el Consejo Nacional para la Prevención de la Discriminación (CONAPRED); el Instituto Federal de Acceso a la Información Pública (IFAI); el reconocimiento de los derechos de las trabajadoras domésticas; entre otros, un legado socialdemócrata que a la fecha ha venido forjando una cultura importante para la sociedad.

En 1993, en el marco de la XVI Asamblea Nacional Ordinaria, el PRI y su gobierno presidido por Carlos Salinas de Gortari, adoptaron lo que en su momento denominaron el “Liberalismo Social”, cambios que en lo económico implicaron la sustitución de la rectoría del Estado por un modelo de economía mixta, caracterizado por la privatización de la llamada industria estratégica nacional. Una modificación que a la vez provocarían una confusión ideológica en la que partido y gobierno, se alejaron de la vertiente de centro-izquierda para aproximarse a un modelo de Liberalismo de centro-derecha.

Sin duda ésta fue una etapa de incertidumbre, pero en el año de 2003, el PRI retomó el camino y solicitó su inclusión como miembro activo en la Internacional Socialista, y en el 2008, siendo Beatriz Paredes Rangel la presidenta del Comité Ejecutivo Nacional, el partido celebró su XX Asamblea Nacional en la que refrendó su compromiso con los valores de la socialdemocracia, plasmando en su declaración de principios que “el partido se inscribe en la corriente socialdemócrata de los partidos políticos contemporáneos”, inscripción que hasta la fecha puede leerse.

Con el bagaje ideológico que heredó de los movimientos sociales nacionales, y el aprendizaje recogido del pensamiento Socialdemócrata Internacional, el PRI como partido y sus gobiernos, han logrado avances relativos en la democratización y la justicia social del país, impulsando programas sociales técnicamente bien diseñados, focalizados y evaluables, pero que desafortunadamente la corrupción y la manipulación con propósitos político-electorales han restado eficacia en los resultados, manteniendo hoy día, a más del cincuenta por ciento de la población en condiciones de pobreza.

En éste marco político y económico, en el 2000 se dio la primera alternancia democrática en el país, llegando a la presidencia de la República el Partido Acción Nacional (PAN), que por carecer de un proyecto económico concreto y alternativo, en el 2012 devolvió la Presidencia de la República al PRI, cuyas políticas públicas iniciales como el Pacto por México, las Reformas Estructurales y la Cruzada Nacional Contra el Hambre, parecían animar el crecimiento económico y la economía social de mercado con justicia social, pero nuevamente, lamentables hechos de corrupción gubernamental hicieron que en el 2018, la sociedad mexicana optara por elegir una opción política populista.

Ahora bien, por más que parezca estar de moda, el populismo contrariamente al pensamiento socialdemócrata sustituye el Estado de Derecho por una visión mesiánica, patrimonialista y paternalista del poder, desinstitucionaliza la política y hace de ella una dictadura cruda que rechaza toda coexistencia con otros proyectos democráticos, confronta cualquier planteamiento de participación ciudadana en tareas públicas, y en lo económico improvisa ordinariamente y desprecia cualquier recomendación de orden técnico.

No obstante, en éste breve recuento de acontecimientos hemos podido observar la informalidad política nacional para profundizar en el pensamiento socialdemócrata, y podemos ver también, la distancia que aún separa a México de ser un país con un Estado de Bienestar que tanta falta hace a la sociedad mexicana.

La pregunta de hoy es ¿Podrá la sociedad mexicana hacer a un lado los vicios político-electorales y la corrupción que ha engendrado el sistema como el Presidencialismo; el centralismo; el asistencialismo, el clientelismo político y el desvío de recursos, para dar paso a la construcción de una democracia que evolucione hacia un Estado de Bienestar?, sin duda la respuesta tendrá que surgir de la propia sociedad.

El PRI, podría avanzar en el proyecto socialdemócrata siempre y cuando lleguen a sus órganos directivos hombres y mujeres preparados moral e intelectualmente, para garantizar una conducción honesta y con calidad democrática en el partido y gobierno.

El PRI, podría avanzar hacía el proyecto socialdemócrata si apertura sus procesos de designación de candidatos a los mejores mexicanos, aquellos que tengan la capacidad de aportar lo mejor de su talento y cultura ciudadana al país.  

El PRI, podría avanzar hacía el proyecto socialdemócrata y el Estado de Bienestar, si tiene la capacidad de consensuar con la sociedad y sus organizaciones, un programa de gobierno encaminado a resolver de forma eficaz los problemas más apremiantes que aquejan a la diversidad social.

Si el PRI no tiene ésta capacidad en el corto plazo, sucumbirá ante el pragmatismo oportunista y corrupto de sus dirigencias y gobiernos, también sucumbirá penosamente ante el populismo pseudorevolucionario o conservador, y con ello se perderá una importante línea de la lucha social histórica y legítima de la sacrificada sociedad mexicana.

J. Lauro Sánchez López

J. Lauro Sánchez López

Lic. en Economía y Filosofía, Puebla, Mex.

2 comentarios en «LIBERALISMO – SOCIALDEMOCRACIA – COMUNISMO. (Quinta parte)»

  1. Es importante considerar en as próximas elecciones perfiles y liderazgos que se identifiquen con los principios y bases del instituto político y dejar a un lado aquellas imágenes de políticos de antaño; hombres y mujeres que tengan la convicción de renovar las bases del partido..

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