GANADORES Y PERDEDORES EN LA CRISIS 2020.

La crisis sanitaria y económica 2020 ha puesto a la comunidad mundial frente a una disyuntiva que nos plantea al menos dos escenarios, restaurar el sistema económico respetando su naturaleza y reglas de libre mercado, o bien, restaurarlo mediante reformas y modificaciones que lo hagan: más amable con el medio ambiente; menos polarizante en la distribución de la riqueza, y más justo en los términos del desarrollo humano (mejor educación, salud y calidad de vida). Lograrlo no es sencillo pero posible, la crisis 2020 parece darnos la oportunidad.

Los países que mayor urgencia muestran por restaurar sus economías para salir con las mayores ventajas posibles de ésta coyuntura son: los Estados Unidos de Norteamérica y la República Popular de China, ambas enfrascadas en una guerra comercial sin precedente; por otra parte, los gobiernos que proponen una reflexión profunda para mejorar el sistema económico pertenecen a la Comunidad Económica Europea, concretamente: Alemania, Francia y Holanda. Veamos cada una de éstas vertientes:

La primera vertiente la representa el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica (EUA), el país está gobernado por una generación de empresarios nacionalistas, conservadores, proteccionistas, y muy pragmáticos para hacer negocios, una actitud que hasta hoy mantienen a su economía como la locomotora del sistema económico mundial, toda vez que aporta el mayor porcentaje al Producto Interno Bruto global (21%).

Los Norteamericanos están buscando una salida muy rápida, la más rápida posible, y como estrategia para lograrlo están recurriendo a las antiguas recetas que resolvieron la crisis de los años treinta del siglo pasado, es decir, endeudamiento e inversión pública, para dar un fuerte impulso a los sectores económicos estratégicos como: los agronegocios, la industria metal mecánica, minería, el sector energético e industria automotriz, para que a partir de ahí se reactiven otras actividades como: el comercio, transportes, los servicios financieros, y sucesivamente hasta que la economía recobre su paso. En éste sentido han planteado destinar algo así como el 50% del equivalente a su Producto Interno Bruto (PIB), sin duda una gran inyección de recursos a la economía.

Sin embargo, las cosas no parecen muy sencillas, pues todo indica que abordaron mal la crisis del COVID-19: de manera tardía y con un estilo informal que no les permitió estimar correctamente los efectos, y no sólo en términos de contagios y letalidad sobre la población, tampoco calcularon bien las afectaciones económicas que la crisis podría propiciar a la estructura productiva, aunado a que la enorme cantidad de recursos no está siendo aplicada en función de un plan estratégico de contingencia. Hoy sabemos que hay más de 3.5 millones de empresas en condiciones de quiebra, y 35 millones de trabajadores que después de haber perdido su empleo están pidiendo ayuda al gobierno.

Esto mantiene muy preocupados a los norteamericanos, la recuperación no será tan rápida y sencilla como la desean, y para colmo de males, las soluciones tendrán que encontrarse y aplicarse, en medio de una efervescencia política electoral por la presidencia del país, un factor que suele ser muy sensible para los Estadounidenses, que esperan ver soluciones que les garanticen a la brevedad posible la estabilidad en su nivel de vida.

La segunda vertiente que apresuradamente busca una salida a la crisis pandémica y económica la representa China, su gobierno está siguiendo el mismo camino que los Estadounidenses, es decir, acudiendo a las recetas clásicas que resolvieron la gran crisis de 1929, la diferencia con Norteamérica estriba en que están mejor organizados y tienen mayor claridad del escenario crítico, por tanto, están agregando algunos ingredientes de innovación tecnológica que podrían marcar la diferencia frente a los Estados Unidos de América.

Desde el inicio de la crisis sanitaria, China empezó a cuidar su capital humano y al parecer hizo un mejor manejo de la pandemia, salió relativamente pronto del epicentro de contagios, y dentro de lo posible, ha mantenido el control de un problema que a otros les ha generado mayores estragos (EUA  y Europa).

En materia económica está tratando de subsanar los efectos en el sector productivo, mediante una importante inyección de recursos a sus actividades básicas y estrategias: los agronegocios, minería, producción de maquinaria, producción de alimentos procesados e industria automotriz, entre los más importantes.

China quiere salir de ésta crisis manteniéndose como la segunda economía y como el primer país exportador del mundo, para ello tiene que mantener su Producto Interno Bruto lo menos afectado posible, de ello depende su posición económica futura.   

Por otra parte, China ha preparado lo que se llama one belt one road, un importante proyecto de infraestructura global que tiene negociado con sus principales socios comerciales de Asia, Europa e incluso América Latina, una medida de política económica muy Keynesiana, que hasta antes de la crisis pandémica COVID-19, había resuelto los distintos padecimientos críticos del sistema económico mundial, y creo, que para ésta crisis 2020, podrá aportar una buena parte a la recuperación de los países que la reutilicen.

Pero China tiene un elemento más en el que se juega su futuro, quiere desbancar a los EUA de la primera posición económica mundial, tomando bajo su control una parte importante del sistema financiero mundial, para ello, ha presentado al mundo y a sus aliados su criptomoneda llamada Digital Currency Payment, un sistema de pagos internacionales operado mediante el sistema blockchain, una forma de mover dinero virtual con gran eficiencia y competitividad en comparación con el sistema Swift, que actualmente utilizan los operadores de negocios internacionales.

Desplazar a EUA del primer sitio de la economía mundial no será fácil ni rápido, sin embargo los Chinos han lanzado el reto muy en serio, su crecimiento promedio en los últimos 30 años los colocó como la segunda economía más grande y más exportadora del mundo, por ésta razón, la distancia que separa a uno y otro en términos de porcentaje del PIB ya no es abismal, los EUA generan el 21 % del PIB mundial, y China el 15%, el Fondo Monetario Internacional estima que para el 2024 la diferencia se habrá reducido a la mitad, otras proyecciones no menos importantes, señalan que para el 2030 la economía China será tan grande como la estadounidense.

La tercera vertiente de países que buscan salida a ésta crisis la representa la Unión Europea liderada por Alemania y Francia, que no comulgan del todo con las ideas ortodoxas de los Estadounidenses, pero tampoco confían en el eficientismo Chino que practicante ha inundando sus mercados.

La unión Europea, con Alemania y Francia por delante buscan una salida a la crisis mundial, pero tratando de proyectar que su intención no es competir por el liderazgo del sistema económico mundial, desean resolver el problema de una forma distinta a la Norteamericana y China, su planteamiento es por pasos y con razones futuristas:

Europa desea, salir de la pandemia con el menor saldo social negativo; resolver la crisis económica recuperando lo más pronto posible su nivel de crecimiento económico y garantizar el ingreso de la población; también buscan modificaciones al sistema económico planteando el mejoramiento de las condiciones de habitabilidad del planeta, por tanto, no han expresado indiferencia a los compromisos contraídos con la agenda 2030, como en los hechos lo han demostrado EUA y China, por el contrario, han planteado que es necesario aprovechar esta crisis sanitaria y económica, para replantear la relación del ser humano con el planeta, y esto significa redefinir los nuevos sectores estratégicos de la economía mundial, y dejar de impulsar aquellos que ya no son compatibles con en el medio ambiente.  

No podría ser completo este comentario si no consideramos una cuarta vertiente, Rusia, con un Vladimir Putin que se comporta como un ajedrecista inescrutable y calculador, más cercano a China que a los Estados Unidos o Europa, que mantiene su independencia de bloque económico sin alterar, aparentemente, su política internacional, su situación en el contexto mundial continuará siendo una incógnita pero jamás se mantendrá al margen de los acontecimientos políticos y económicos, su país está muy lejos de poder disputar la primera o segunda posición económica del mundo, y todo parece indicar que pasarán varios lustros para que pueda hacerlo, sin embargo, Putin es un buen estratega y los avances económicos que va logrando son sigilosos y consistentes.

Tampoco podemos dejar ésta opinión sin vislumbrar que va a pasar con México, es el principal socio comercial Latinoamericano de los EUA, es parte actora del tratado comercial más importante del mundo, el TEC-MEC, tiene firmados 12 tratados de libre comercio con países muy importantes, y hasta el 2019 era la décimo quinta economía más grande del mundo, un lugar nada despreciable que lo colocan con importantes posibilidades de avanzar y mejorar sus expectativas de crecimiento y su posición en el ranking mundial, sin embargo, parece que el objetivo del gobierno mexicano no es crecer, ha planteado una ruta económica contraria, y por tanto no podrá sostener ésta posición por mucho tiempo.

Las razones están a la vista: no acepta las reglas del juego económico mundial, no tiene una política económica adecuada, su política económica tiende a ser estatista-monopólica, ha propiciado una mala relación con inversionistas nacionales e internacionales, se ha manifestado en contra de las nuevas tendencias energéticas, y lo más probable es que para el 2024 descienda en el ranking mundial, y sea rebasado por otras economías emergentes Latinoamericanas como: Bolivia, Colombia e incluso República Dominicana, que de acuerdo al FMI son lo que más perspectivas de crecimiento tienen para los próximos años.

J. Lauro Sánchez López

J. Lauro Sánchez López

Lic. en Economía y Filosofía, Puebla, Mex.

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